Hsiao Kuo - La Preponderancia de lo Pequeño
Como este signo del IChing, la obra de Agustina nos impulsa hacia un viaje de mutaciones, donde lo pequeño es la fuerza dominante que, gracias a su poder cohesivo, se impone mostrándonos su cosmos personal, sutil y delicioso, y a la vez recóndito, casi infinito en contenido.
Es un recorrido por senderos serpenteantes, por el que vamos a pie juntillas recolectando esos objetos diminutos, intentando retenerlos todos, como piezas de un tesoro de un galeón hundido que descubrimos y volvemos a descubrir en un juego de iteración. De pronto, las miniaturas cobran fuerza y dimensiones, se aglutinan y dan lugar a nuevas entelequias poderosas, y de ahí su preponderancia: la obra de Agustina se compone de millares de unicidades orgánicas que se entrelazan y coexisten en un ecosistema vivo, tan imponente y fresco como una barrera de coral.
De la mano de su personalidad intimista, las imágenes nos muestran a Agustina misma, su candor y circunspección en juego con la extravagante plasticidad y el virtuosismo que nos regala. Nos vamos con los pies descalzos y mojados, y los recuerdos de las pequeñas maravillas que atesoramos en el camino.
Rosana Cervini, Julio 2021
La belleza de lo imperfecto
“(…) aquella belleza imperfecta, impermanente e incompleta”, Leonard Koren,
Wabi-Sabi: para Artistas, Diseñadores, Poetas y Filósofos, (1994)
Para acercarse a pensar y experimentar las obras de arte, siempre hay que hacerlo teniendo en cuenta su relación con el momento histórico en que fueron realizadas; no creo que sea posible abordarlas de otra manera o se pierde la enorme cantidad de riqueza inherente a ese espíritu de una época que sin dudas, habita en parte de las obras. Y si me acerco al trabajo de Agustina Chaufan, puedo encontrar la esencia de los tiempos en que fueron y son concebidas: todo en ellas me transmite un diálogo entre opuestos y complementarios, todo en ellas es una búsqueda de un efímero equilibrio propio del cambio donde la estabilidad es una suerte de movimiento pendular constante, tal cual los momentos que nos toca vivir en estos tiempos. Sin embargo, hay rasgos que parecieran mantenerse inalterables.
Formada inicialmente como abogada, Agustina combina su faceta académica de presencia estructurada, organizada, precisa en la búsqueda de aciertos y seguridades, con la artista plástica que elige la elegancia y soltura de la caligrafía japonesa y la filosofía oriental, para romper con esos moldes propios occidentales que intentan dar a todo un sentido cerrado; su obra habilita la falla y el error, asumiendo la imposibilidad de controlar el caos, dejando fluir. Con la naturaleza como protagonista con todo su esplendor, opulencia y magnificencia sublime, la artista describe paisajes inverosímiles, escenarios oníricos, surrealistas donde los colores no tienen referencias realistas sino que establecen un juego de contrastes aunque no de forma violenta. Mares rojos, vegetaciones azules, se manifiestan en forma de dibujo sobre el papel, aquel soporte elegido de forma excluyente desde sus inicios en 2016 cuando Agustina Chaufan daba sus primeros pasos artísticos, empezando a reconocer la materialidad de los rotuladores, marcadores, tinta a base de alcohol, algunas veces lápiz, collage y, ya más recientemente, incorporando las acuarelas. De los paisajes tupidos, coloridos, pensados y ejecutados con un acabado impecable, la artista va simplificando la paleta hasta casi la monocromía, haciendo que se perciban más ligeros los complejos relatos de estilo oriental repletos de información. Es una trompe l´oleil muy interesante ya que en nada se alivianan los contenidos sino que la paleta reducida sumada a la incipiente presencia del silencio del blanco en la hoja de papel, comienzan a hacer respirables los paisajes dibujados. Así también aquellos bocetos que inicialmente funcionaban como un mapa incuestionable, con los años habilitaron relecturas e improvisaciones ante la ejecución final sobre el papel.
“La dicotomía trasciende mi persona para introducirse en mi obra donde el límite entre el dibujo y la biografía se diluye: cuando me sumerjo en la inmensidad del papel en blanco, se funden mi pretensión de dominio consciente y meticuloso con una pulsión inexplicable”, dice la artista. Encuentro admirable cómo a su corta edad, ciertas certezas son tan absolutas y contundentes: sabe que no puede controlarlo todo pero también sabe que su obra representa una lucha interna por intentar, aunque más no sea por unos instantes gracias al artificio del arte, gobernar lo imposible. La precisión de los marcadores aporta a sus trabajos rigidez, el límite necesario dentro del cual todo vale y sus grafismos en colores puros pueden ser libres. Pero cuando aparecen las acuarelas y los pinceles posibilitando los trazos aleatorios, las veladuras y superposiciones para lograr determinados efectos de transparencia y matices donde se diluyen los plenos uniformes propios del marcador, el desafío plástico cambia de rumbo. Ante la ruptura de la certeza, aparece la frustración y la tarea pendiente de convivir con ella. Un breve recorrido por sus series nos acerca a esta progresión que va despejando los escenarios, simplificando la paleta, complejizando las formas y los relatos –aun cuando no pareciera por la dinámica establecida con la síntesis del color- y dando espacio al vacío.
Partiendo de lo que la artista denomina sus “descubrimientos iniciales” en la serie Discovery (2017-2019), donde se gesta la pasión por los paisajes, la naturaleza en clave imaginaria con gran presencia de recursos gráficos, pasamos a trabajos como Paisajes Imaginarios (2020) donde se afianza la búsqueda que será su sello de autor hasta el momento. Aparece en esta serie la presencia hegemónica del agua, elemento que dentro de la poética de Agustina Chaufan, es central. El agua representada en un fluir intempestivo donde no es solamente fuente de vida sino que también se manifiesta en su costado violento, incontrolable y arrollador. Una vez más, los opuestos que se complementan, las contradicciones que conviven en una armonía lúdica. Y no será hasta Mar Rojo (2020) cuando las aguas se pinten de rojo, el dibujo se haga indefinido, el espacio se llene de indeterminación en la búsqueda de detalles coherentes, pero donde la artista conserva, a prima facie, el impacto visual de estar en presencia de una marea de aguas aunque de dudosa procedencia.
El 2021 encuentra a Agustina Chaufan trabajando en dos nuevas series que transitan estos senderos de la incertidumbre poblados de escenarios naturales donde se pierde toda referencia de tiempo y espacio, toda lógica de carácter riguroso, racional y hasta científico en la observancia y reproducción de los detalles, carentes de perspectiva artificial o proporciones mensurables bajo patrones y aun así, la artista no deja de darnos una pista: estamos en una naturaleza imaginaria pero naturaleza al fin. Figuración sintetizada, paleta acotada, repetición incansable de motivos, recurrencia temática donde se complejizan las relaciones entre los componentes en sus asociaciones ambiguas. De eso se tratan Pulsiones y Juego de Perspectivas, ambas iniciadas en 2020 y empezando a desplegar un repertorio maravilloso de caprichos creativos donde las figuras se relacionan entre sí con una dinámica única establecida entre ellas, donde la presencia majestuosa de una ola en una obra puede convertirse en un pequeño elemento multiplicado decena de veces cual pétalo de una flor.
Según la enciclopedia, Wabi-sabi es un término de la estética japonesa que describe un tipo de visión basada en “la belleza de la imperfección”. Y esta estética se refleja en toda la sociedad japonesa desde los elementos cotidianos, la arquitectura y la comprensión del mundo en general, fundamentado en el principio de la fugacidad, que para el occidental es perfección y belleza, aquí es asimetría, sencillez, imperfección, la cual es tratada como un bien y no como una pérdida de la exactitud. La obra de Agustina Chaufan es en esencia el fruto de esas dos tensiones contradictorias y porqué no complementarias, donde ese intento por controlarlo todo, sumado a la frescura de la improvisación que asume el error enriquecedor y una serie de licencias creativas que la artista se permite, construyen territorios desconcertantes; como la vida misma.
Lic. María Carolina Baulo, Abril 2021
¿Las obras de Agustina Chaufan son dibujos, pinturas, ilustraciones, o las tres cosas? Lo cierto es que cuesta diferenciar entre las técnicas porque en las obras de Agustina se fusionan para decantar en una imagen personal, única.
A veces parece haberse sumergido en la legendaria ola de Kanagawa para navegar por mares de colores puros, agitados por remolinos y corrientes que la hamacan y la sacuden, desembocan en cascadas espumosas y en ocasiones producen ramilletes de flores exuberantes.
Estas corrientes que la arrastran componen una verdadera fiesta de texturas para regodearse en florituras que bien podrían habitar la seda de un kimono. La obra de Agustina, con fuerte anclaje en la gráfica, nos invita a dejarnos llevar por los vaivenes de esas corrientes que no sabemos a dónde nos conducirán.
Rosario Arias Usandivaras, Octubre 2020