La práctica de Agustina Chaufan explora la tensión entre presuntos opuestos que resultan inescindibles: naturaleza y sistema, certeza y ambigüedad, caos y orden. Su obra no busca resolver estas contradicciones, sino sostenerlas en sus dialécticas para revelar la complejidad que surge en ese espacio intermedio e inestable.
Formada inicialmente en el campo del derecho, su trabajo en las artes visuales mantiene un mismo hilo conductor: la necesidad de interrogar sistemas de orden y control, y de exponer sus fisuras con ironía. En sus trabajos, los lenguajes gráficos, pictóricos y objetuales se entrelazan con materiales y símbolos que evocan tanto lo orgánico como lo corporativo, lo sensible y lo normativo, lo cotidiano y lo extraño. De esta forma, invoca referencias diversas —incluyendo, en sus primeras obras, nociones propias de la filosofía y estética japonesas— que son puestas en diálogo con una mirada personal.
La contradicción trasciende su persona para introducirse en su obra, donde el límite entre el dibujo y la biografía se diluye para construir un lenguaje que intenta navegar, aunque sea fugazmente, en la complejidad de las cosas.